martes, 17 de febrero de 2009

COMBATIR LA POBREZA PARA CONSTRUIR LA PAZ IMPLICA QUE NAZCAN MÁS NIÑOS


Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”

(Sábado 14 de febrero de 2009)

Quiero comentar con ustedes hoy el reciente Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz de este año.

Ocurre algo singular con esta importante Jornada y es que, para nosotros, el 1º de enero no es un buen día. La resaca de la noche del Año Nuevo y las partidas a los centros de veraneo hacen que esta Jornada, a veces, pase inadvertida y, entonces, no se suele reflexionar este mensaje que el Papa, cada año, nos dispensa sobre cuestiones que hacen a la vida del mundo.

Este año el título del Mensaje es: “Combatir la pobreza, Construir la paz”. Benedicto XVI ha querido mostrar las repercusiones negativas que tiene para la convivencia de los pueblos el hecho de que poblaciones enteras en el mundo vivan en condiciones infrahumanas.

Quisiera detenerme en un punto particular que me llamó mucho la atención y es el referido a las implicaciones morales de la lucha contra la pobreza.

El Santo Padre destaca como, a menudo, se propone combatir la pobreza con campañas para reducir la natalidad algo que, en este programa, hemos hablado en varias oportunidades. El problema del crecimiento demográfico aparece como un fantasma pensando que si nacen menos niños se podrá distribuir mejor la riqueza.

Este problema ya lo planteaba Pablo VI en su Encíclica “Populorum Progressio”. Aquel gran Papa hacía notar que, en realidad, no se trata de disminuir el número de comensales sino de disponer de más alimentos sobre la mesa y que eso es perfectamente posible.

Ahora bien, Benedicto XVI aquí alza la voz mostrando cómo en muchos países se ponen restricciones al número de hijos, se hacen campañas de disminución de la natalidad o bien se emplea el aborto como un medio de reducción de los nacimientos y dice: “el exterminio de millones de niños no nacidos en nombre de la lucha contra la pobreza es en realidad la eliminación de los seres humanos más pobres”. Porque esto ocurre precisamente en aquellos países más afectados por la pobreza, pobrezas crónicas, endémicas.

Y hay un párrafo que quiero destacar de una manera particular y es el que señala que “en 1981, aproximadamente el 40% de la población mundial estaba por debajo del umbral de la pobreza absoluta, mientras que hoy este porcentaje se ha reducido sustancialmente a la mitad y numerosas poblaciones caracterizadas por lo demás por un notable incremento demográfico han salido de la pobreza.

Es decir que no es necesario disminuir la población para que un pueblo entero pueda progresar económicamente, sino todo lo contrario. La historia de las naciones muestra que los apogeos de las grandes civilizaciones han coincidido con el máximo índice de natalidad.

Entonces es un engaño que para combatir la pobreza sea necesario disminuir la población. “Se está confirmando –termina el Papa en este punto- que la población aparece como una riqueza y no como un factor de pobreza.

Y bien podemos aplicar esta enseñanza al caso de la Argentina: un país de casi tres millones de kilómetros cuadrados y con una población manifiestamente insuficiente y mal distribuida.

Sin duda alguna que es necesario que exista una política de población pero ésta no consiste en reducir los nacimientos sino en ubicar mejor la población y para eso proponer un plan racional de desarrollo que cree fuentes de trabajo, que determine polos de desarrollo en distintos lugares del país hacia donde pueda conducirse naturalmente la población y, además, esto: que ocupemos nuestro territorio.

Por eso me parece muy importante esta idea: Combatir la pobreza para construir la paz implica la necesidad de que nazcan más niños y no al revés donde se propone realizar una guerra contra los más pobres entre los pobres que son los niños por nacer. Hasta la semana próxima si Dios quiere.


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