viernes, 27 de marzo de 2009

EL REGALO PARA CARLA



Este cuento, lo escribí para Carlita ( a quién cariñosamente -cuando era niña- llamaba “mi mascota”) en oportunidad de cumplir sus trece años.


Por Héctor Fernando Petricic


Estaba y, en otra ciudad algo distante, 350 Km, hace casi cinco años atrás y por la actividad que desempeñaba allí, no podía asistir a su cumpleaños.

En aquellos años usaba mi máquina de escribir, ya que de computadoras no entendía nada.

Está escrito con la acentuación y forma de hablar Rioplatense, usado familiarmente en la mayor parte de nuestra Argentina.


EL REGALO DE “EL TÍO”, PARA SU SOBRINA CARLA.

Se aproxima el cumpleaños de Carla, mi mejor y más linda sobrina y amiga; mi mascota preferida e inigualable por ninguna otra persona humana.

Le prometí: desayunar, almorzar, merendar y cenar con ella, pero lamentablemente no podré cumplir con eso,… estoy lejos,… muy lejos y me es imposible viajar hasta su casa.

Carlita, es muy bella, tiene dos estrellas celestes por ojos, su cabello es dorado como el oro, su carita es bonita, es pura alegría y pura es su alma y puros sus sentimientos. Es de elegante figura y delicados modales, pero al mismo tiempo, es sobria y mesurada. Es mi orgullo y me siento feliz cuando estoy con ella.

Como no podré estar en su compañía el día de su cumpleaños, decidí buscar un obsequio que sea digno de su persona y enviárselo con mis felicitaciones y saludos.

Pero, luego de mucho caminar por esta recóndita Ciudad tan alejada de su hogar, no encontré algo distinguido. Como se aproxima el cuatro de Julio, fecha en que cumplirá sus trece años. Me puse muy inquieto, preocupado y algo molesto con mi mismo, pues estoy por quedar mal con ella.

--¿Qué hago?-pensé, y luego lo dije en voz alta, …como tratando de provocar una respuesta en mi soledad, que nunca recibí.

Continué mi búsqueda y en una plaza encontré una mata de rosas rojas, de rojo punzó,…al acercarme, las flores me preguntaron: -¿qué querés en este lugar?-.

Les conté de mis tribulaciones por no poder estar con Carlita el día de su cumpleaños y les dije: -quiero un ramo de trece de ustedes para enviarle a mi sobrinita; las rosas son hermosas como ella y se pondrá contenta con un obsequio tan distinguido y a su altura-.

Las rosas se volvieron hacia ellas mismas, como si se miraran, luego de unos instantes me dieron frente y al unísono me reprocharon:--ella es más bella que todas nosotras juntas, su hermosura no se iguala a ninguna de las flores existentes en la naturaleza, ni silvestres ni cultivadas. En tu sobrina y mascota, el ser linda es inmanente; ¡alejáte de aquí! y buscá en otro lugar algo digno que la iguale o la supere, ¡ no seas mediocre!-.

Quedé muy preocupado e intranquilo, ¿qué hacer, donde y que buscar? Las rosas fueron despiadadas conmigo, el reto me dolió.

Andaba caminando bajo la llovizna, por las calles grises de esta Ciudad gris en una tarde gris, y ¡vaya!, yo me sentía gris… por la impotencia de no poder hallar solución a la cuestión; de pronto se me ocurrió la idea, ¡eureka!, viene la solución,¿o no?.

Sin dudarlo, me dije:--¡esta es!, y quedo bien con Carlita. Y allí nomás, monté en mi quimera azul y alada (toda quimera tiene alas), un cóndor (ya se que el cóndor no es quimera ni es azul-pero para mi imaginación , sí-) y con osadía partí rumbo a las nubes.

Las nubes, blancas inmaculadas (parecían vellones de lana), al verme entre ellas me recibieron algo molestas y de mal humor: -¿qué hacés y que buscás entre nosotras?, ¡vos no sos una nube!-.

Debo reconocer que tal recibimiento me intimidó y la quimera casi se precipita a tierra. Quise hablar, pero, al principio mi garganta no atinaba emitir sonido alguno; sí, estaba asustado. Al cabo de unos instantes, más que instantes, algo más de un minuto, pude balbucear: -es el cumpleaños de mi mejor sobrina y amiga, no puedo ir a verla y quiero enviarle un regalo-.

-¿Qué regalo?-me interrumpieron. Entonces, hice un resumen de la situación con respecto a Carlita, les expliqué como era ella y todo el afecto que nos unía y les pedí: -¿podrían ustedes cederme un poco, aunque sea un trocito, de ese blanco inmaculado para regalárselo?-.

Las nubes, rayos, centellas y truenos de por medio ( la cosa se ponía fea y daba miedo-casi se escapa el cóndor quimera y me dejaba varado allá arriba ), respondieron a mi pedido con enojo: -más blanca y perfecta que nosotras es su alma y sus sentimientos; buscá, para obsequiarle, algo que no forme parte de su existencia ni de su substancia. Con tu pretensión te estás convirtiendo en un tonto absurdo, ¡andáte!-.

Salí de entre las nubes como oveja esquilada, confundido y sin comprender que ocurría. Fui con buenas intenciones y recibí una reprimenda.

Tozudo por convicción, enfilé mi quimera hacia el firmamento, me acerqué a la luna, pero esta no dejó que llegara, una lluvia de cascotes obligó a desviar mi trayectoria. Entonces fui directamente a las estrellas.

Pensaba, mientras incursionaba por la “Vía Láctea” adentro: -aquí no tendré problemas, algo conseguiré, las estrellas siempre son simpáticas y sobre ellas se han contado dulces historias.

Al llegar a las estrellas, esquivando algunos cometas y asteroides, me sentí cómodo, con aires de triunfador. Me regocijaba pensando en la carita de alegría de mi sobrina, al ver que su tío le regalaba un racimo de celestes estrellas. -Sí-pensaba - este es un regalo digno de ella-.

Las estrellas y algunos cometas mayores, me recibieron con un azul resplandor, …rodearon mi cóndor quimera (no lo niego, un poquito de temor sentí); con acento, gesto y tono de voz azul me preguntaron: -¿Que buscás en el firmamento?-.

Otra vez mi garganta no emitía sonidos,…comprendo que hay cuestiones que me atemorizan, pero en fin, …todo vale por Carlita.

Inicié mi discurso sobre el cumpleaños de Carla, por quién soy capaz de lo imposible para verla contenta y de la necesidad de llevarle un regalo que le demostrara todo lo que vale para mí. Y así llegué a pedirles un racimo de celestes estrellas como obsequio para ella.

Las estrellas, cometas mayores y algunos asteroides descomunales iniciaron una larga reunión, de discusión sobre lo solicitado, que duró más de treinta minutos; en ese interin casi me congelo allá en el gélido espacio estacionado con mi quimera en las “Pléyades”. Al pobre cóndor se le entumecieron las alas.

Majestuosamente y en silencio, titilando como siempre, se acercaron a mí, una estrella de la “Cruz del Sur”, otra de las “Tres Marías” y el “Lucero del Alba”;

Me sentí triunfador, eran estrellas muy conocidas y simpáticas,--son amigas—pensaba.

Al acercarse, las estrellas, y al estar al alcance del sonido de sus estelares voces, a coro me dijeron, mientras su titilar se acentuaba:--un racimo de estas celestes estrellas, no podrá igualar jamás a las dos hermosas estrellas que tu sobrina tiene por ojos; sus ojos y ella misma son una estrella luminosa; Carlita, tu mascota, engloba la belleza estelar con espontaneidad,…¡ vamos hombre tonto!, si querés quedar bien con ella, buscá algo mejor que nosotras, …¡andate!, seguí tu búsqueda en otro lugar, donde puedas encontrar algo según su esencia-.

--¡Vaya,…vaya!, que desilusión, continúo con las manos vacías,…mi sobrina quedará sin regalo-pensaba-; y yo, colorado de vergüenza por mis fracasos y con el bochorno de las reprimendas,…pero, dije en voz alta:-- ¡no importa, bien valen reprimendas y bochornos por mi sibrina!-.

Mi quimera, sin que la guiara y buscando calor para desentumecer las alas, me llevó a las puertas del sol. Y el sol salió a recibirme con una amplia sonrisa de ser para el cual, todo es posible. Mientras esperaba su acercamiento pensaba:--éste parece bonachón, seguro que él me da algo, y con eso Carlita se pondrá contenta.

El sol, de muy buen ánimo, con tono cálido y complaciente, con destellos y voz doradas me interrogó:--¿Qué buscás viajero, en el centro de mi sistema?,…espero que sea algo importante,¡muy importante!, de lo contrario recibirás una de mis tormentas-.

Al escucharlo dudé un poco pensando:--éste, con sonrisa cordial de gordito bonachón, me pregunta amablemente y luego también amablemente me amenaza,¡con razón tiene tantas tormentas!,…¡en que líos me metí por mi sobrina!-.

Aclaré la garganta, que por primera vez no falló, poniendo mi mejor tono de voz y tratando de esbozar una sonrisa, para resultarle simpático, expliqué al sol el motivo de mi visita; le conté mi experiencia con las rosas, nubes, luna y estrellas, el resultado siempre negativo y el frío que pasé allí. También le hablé casi una hora, sin callar, sobre las bondades y hermosura de Carlita y que la preocupación por ella ocupaba gran parte de mi vida.

El sol, tal vez algo cansado de escucharme y con evidente aburrimiento, teniendo él cosas más importantes que hacer, me interrumpió:--¿y que es lo que querés?-.

Pensé:--ésta es la mía, se lo pido, seguro que este gordito simpaticón me dice que sí-; entonces, tratando de caerle más simpático le propuse:--buen sol, ¿podrías brindarme un ramillete de tus dorados rayos, para regalárselos a mi sobrinita del alma?, ella se pondrá más que contenta al recibir un obsequio así, su carita brillará de emoción y yo estaré feliz-.

El sol, mirándome con ojos soñadores (o, ¿ya de sueño?),desde su brillante redondez, sin perder la compostura y el protocolo de astro y rey, con parcimonia y tono de vos grave de señor mayor, añoso(¿o de viejo?), que da un consejo me dijo:--mi buen amigo y viajero de la tierra, que andás penando por un regalo para tu sobrina, mascota y amiga, no te daré lo que pedís,…porque Carlita tiene en su cabello, más de un ramillete de mis dorados y regios rayos. Su dorado es mejor que el mío. Tu sobrina es toda belleza y calidez, es la hermosura en grado superlativo. Buscá algo que sea digno de ella y a su acontecimiento;…regresá a la tierra, allá te están esperando, ya, las Cuatro Virtudes, una de ellas posee la solución que buscás, no obstante, deberás escucharlas a todas. No desesperés y andá tranquilo-.

Y así, tristón con la cabeza baja, porqué el tiempo corre, quedan apenas cuatro días para el cumpleaños, puse la quimera en tierra, para pisar la realidad que se acercaba.

Apenas desmonté del cóndor aparecieron las Cuatro. La primera en iniciar el diálogo fue la Justicia:--para ser justos, ¿qué regalaste a los demás, para pretender obsequiarle tanto a Carla?. Además, si le regalás , debe ser algo que no posea y que ella no sea, porque hasta el momento lo que buscaste le es natural-.

La Prudencia se interpuso, no dejándola continuar:--si le regalás algo que no le sea digno, se puede ofender, pero de todas formas debés observar un obsequio con el que hagas el mayor bien y el menor mal, porque…

La Templanza, no dejó que continuara hablando y con voz magistral dijo:--sé sobrio, mesurado, en tus obsequios, además la estás ponderando demasiado por todas partes donde vas contando sus virtudes y encantos, eso no es bueno, debés ser más cauto por…

No pudo continuar porque la Prudencia volvió a la carga:--¡si!, ¡si!, ya parecés un viejo “baboso” hablando de tu sobrina, con eso podés hacerle daño, se puede engreír, además ya nos tenés cansadas con eso de que además de tu sobrina es tu amiga y…

No pudo concluir la frase porque la Justicia intentó intervenir, y no pudo expresar nada, las tres se trenzaron en una larga y bizantina discusión.

La Justicia hablaba de: la voluntad y de la disposición de dar,…la Prudencia, exponía sus criterios públicos y privados,…la templanza recitaba: la mesura, la sobriedad, la ascesis y el ascetismo…

Las tres hablaban al mismo tiempo de : sus elementos, especies y actos,…de la metafísica, la ontología, las entelequias y la dialéctica, de lo inmanente y lo que dimana, de la lógica, lo noúmeno y el absurdo,…y no recuerdo de cuantas cuestiones filosóficas más,…¡y todo este lío, todo este barullo, porque yo, solo, quería un regalo para mi sobrina!,…¡que mal me hicieron sentir!...

A todo esto, la Fortaleza, que se había mantenido al margen de todo diálogo y discusión, y que observaba a sus compañeras y a mí, se acercó con paso lento pero seguro, mirándome fijo al entrecejo habló con voz muy calma y firme:--vos, ya me conocés,…pero igual te recuerdo que soy la Gran Virtud, sí, soy la Virtud: del amor, de los más puros y genuinos afectos y sentimientos , del convencimiento, de los ideales grandes, de la iniciativa, de los grandes emprendimientos, la de las grandes empresas, la que inspira las grandes cosas y la forma de concretarlas, la de la amistad, la del esfuerzo, la del arremeter y el resistir, la del caballero y la osadía, la del coraje, la del entusiasmo y la alegría, la de la creatividad; por eso ¡hombre tonto!, te pregunto: ¿Por que buscás en tantos lugares y lados, lo que ya tenés para obsequiarle a esa criatura tan hermosa que es tu sobrina?,…estás mendigando un regalo para ella y ya lo tenés.

Quedé sorprendido y le dije:--pero, Fortaleza, no te comprendo, en realidad y de verdad no tengo qué regalarle, y quedan apenas cuatro días-.

La Fortaleza, que vestía de púrpura y llevaba una corona dorada, me ordenó con un gesto guardar silencio y prosiguió:--tu presencia hubiera sido, sin dudas, el más importante regalo, pero como no podés viajar, debés enviarle algo tuyo y de mucho valor-.

Al escuchar esto, las otras tres Virtudes, interrumpieron su embarullada y altisonante discusión metafísica y se nos acercaron rodeándonos.

Aproveché para decir:--no tengo nada mío digno de ella-.

La Fortaleza, sin alterarse, con voz siempre calma y firme, con aires de “alteza”( y lo es) y una leve sonrisa, continuó:--tenés algo tuyo, de tu propia y genuina creación que la complacerá, porque con esfuerzo lo creaste solo para ella-.

Las otra tres, asentían, complacidas, con sus cabezas y en silencio.

Ella prosiguió:--no olvides que soy la inspiradora de la grandes cosas, y a vos, te inspiré este cuento que creaste, para que se lo obsequiés a tu sobrina preferida, la más linda y buena, tu gran amiga y dulce mascota…

Inquieto, nuevamente la interrumpí:--no tengo el título y tampoco el cierre del cuento y además, escribir esto a máquina me llevará mucho tiempo y no lo recibirá el día de su cumpleaños.

La Virtud, siempre triunfadora, terminó:--no importa si llega o no en tiempo, el asunto es que se lo enviés en su honor, para eso y por ella lo escribiste; es producto de tu creación, de tu impronta, salido de tu mente y de tu corazón, ¡obsequiáselo!...En cuanto al título, es fácil: “El Regalo de “El Tío,” Para su Sobrina Carla”…¡vamos!,pasá a máquina el cuento,¡¿Qué esperás?!.Además te regalo un poco de coraje para que te atrevas a enviárselo. ¡Tomá ,ya ,tu decisión!.¡Ha!, no olvides como cierre, escribir al final:

¡Feliz cumpleaños Carlita y que Dios te Bendiga!

Con todo el afecto y cariño de “El Tío”.


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