sábado, 1 de agosto de 2009

“NUESTRO SEMINARIO”


A algunos les puede parecer poco interesante reflexionar sobre la santidad, y sin embargo como consecuencia de esta omisión de ideales y la ausencia de hombres y mujeres comprometidos y con deseos de santidad sobre todo en la vida pública, nos ha llevado a encontrarnos en este inicio de siglo con una profunda crisis de valores...


Carta del Obispo de Posadas – Domingo 18 del año – 02.08.09

Por Mons. Juan Rubén Martínez

Aún no siendo frecuente encontrar, en nuestro mundo globalizado y en los medios de comunicación, reflexiones sobre “la santidad”, es indispensable que lo hagamos sobre todo tratando de comprender que es un llamado para todos y alcanzable para cualquier cristiano. La Iglesia siempre a propuesto ejemplos o modelos a imitar, enseñándonos que la santidad es posible. A algunos les puede parecer poco interesante reflexionar sobre la santidad, y sin embargo como consecuencia de esta omisión de ideales y la ausencia de hombres y mujeres comprometidos y con deseos de santidad sobre todo en la vida pública, nos ha llevado a encontrarnos en este inicio de siglo con una profunda crisis de valores, sumergidos muchas veces en el reino de la mediocridad.

El próximo 4 de agosto es el día en que celebraremos a San Juan María Vianey, conocido con el nombre de Santo Cura de Ars. Nació cerca de Lyon, Francia, en 1786. Sintió el llamado a la vida sacerdotal, sobre todo la experiencia del amor que Dios le tenía. Al poco tiempo de haber sido ordenado sacerdote lo enviaron como Párroco a un pequeño pueblo de Francia, llamado Ars, de no más de 300 habitantes y allí vivió con intensidad su sacerdocio. Quizá la historia podría haber concluido allí, pero su vida, oración, predicación sencilla, las horas y horas de confesionario y sus consejos empezaron a tener repercusiones en toda Francia. Desde los lugares más remotos la gente visitaba el pequeño pueblo de Ars, porque querían conocer a ese hombre de Dios.

La celebración del Santo Cura de Ars este año tiene una especial significación por “el año sacerdotal” que estamos celebrando. El Papa Benedicto en una carta nos dice: “He resuelto convocar oficialmente “un Año Sacerdotal” con ocasión de los 150 aniversario del “dies natalis” de Juan María Vianey, el santo patrón de todo los párrocos del mundo, que comenzará el viernes 19 de junio de 2009, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús -Jornada tradicionalmente dedicada a la oración por la santificación del Clero-. Este año desea contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo, y se concluirá en la misma Solemnidad de 2010”.

En este domingo al recordar en esta reflexión al Santo Cura de Ars, quiero especialmente tener presente a todos nuestros sacerdotes. Es una buena oportunidad para que recemos por ellos, que con sus dones y limitaciones humanas, buscan dar su vida para evangelizar, para servir a Dios y a sus hermanos. El Papa en su carta señala: “El sacerdote es el amor del Corazón de Jesús”, repetía con frecuencia el santo Cura de Ars. Esta conmovedora expresión nos da pie para recordar con devoción y admiración el inmenso don que suponen los sacerdotes, no solo para la Iglesia, sino también para la humanidad misma. Tengo presente a todos los presbíteros que con humildad repiten cada día las palabras y los gestos de Cristo a los fieles cristianos y al mundo entero, identificándose con sus pensamientos, deseos y sentimientos, así como con su estilo de vida. ¿Cómo no destacar sus esfuerzos apostólicos, sus servicios infatigables y ocultos, su caridad que no excluye a nadie? Y ¿qué decir de la fidelidad entusiasta de tantos sacerdotes que, a pesar de las dificultades e incomprensiones perseveran en su vocación de “amigos de Cristo”, llamados personalmente, elegidos y enviados por Él?”.

En este domingo celebramos al Patrono de nuestro Seminario Diocesano que lleva el nombre del Santo Cura de Ars. La Misa será a las 17 hs. en el mismo Seminario con todos los que quieran acompañarnos. En nuestro Seminario hay 24 seminaristas, junto a otros jóvenes que participan de un proceso de discernimiento de su vocación desde los campamentos, o encuentros mensuales denominados “Emaús” y “Cafarnaún”. Todo ello implica algunos esfuerzos, dedicación de sacerdotes, inversión económica, para adecuar instalaciones y para apoyar el proceso que se va dando. No dudamos en afirmar con certeza que es Dios el que acompaña esta obra con su providencia. Pero todos como Iglesia debemos sentirnos responsables, por eso me animo a pedirles que sigan rezando fuerte por nuestro Seminario y Seminaristas. Les agradezco todos los aportes, donaciones, bonos contribución que nos ayudan para sostener la formación de nuestros seminaristas. En la Evangelización de nuestra Diócesis hay muchas cosas fundamentales, pero el apoyo a nuestros seminaristas sin duda nos fortalece en la esperanza.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!




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