domingo, 12 de diciembre de 2010

MONSEÑOR RUBÉN OSCAR FRASSIA: “¿ERES TÚ EL QUE HA DE VENIR O TENEMOS QUE ESPERAR A OTRO?”




Nos encontramos en un tiempo especial: el Adviento, donde nosotros también, siendo discípulos, tenemos que ser testigos, misioneros, tenemos que llevar este mensaje.




Domingo 12 de diciembre de 2010 - 3º de Adviento


Evangelio según San Mateo 11, 2-11 (ciclo A)

En aquél tiempo Juan, el Bautista, escuchó hablar en la cárcel de las obras del Mesías y le mandó preguntar por medio de sus discípulos:

“¿Eres Tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”

Jesús les respondió: “Vayan a anunciar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y la Buena Noticia es anunciada a los pobres.

¡Y feliz aquél para quien Yo no sea motivo de tropiezo!

Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: “¿Qué fueron a ver al desierto, una caña agitada por el viento? ¿Qué fueron a ver, un hombre vestido con refinamiento? Los que visten de esa manera viven en los palacios de los reyes. Entonces, ¿a qué fueron?, ¿a ver a un profeta? Sí, y les digo, más que profeta, él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti.” Les aseguro que no ha nacido de mujer un hombre más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.”

“¿Eres Tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”

Hay varios elementos para considerar: en primer lugar la preocupación y la expectativa de la venida del Mesías, de la venida del Señor.

Juan, que estaba en la cárcel sabiendo lo que le estaba por venir -iba a ser degollado por decir la verdad- manda a preguntar por los discípulos, si era Él o había que esperar a otro. Y Jesús, no negando sino más bien afirmando, le cuenta lo que la gente vive, ve y oye. Hay una serie de situaciones, de actitudes: los ciegos, los paralíticos, los leprosos, los sordos, los muertos que resucitan, y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Vayan y den el testimonio!, ¡relaten aquello que es verdad!, ¡cuenten lo que ustedes oyen y ven! Jesús declara que Juan es el Precursor, el que prepara, pero él mismo -Jesús- es el Mesías

Nos encontramos en un tiempo especial: el Adviento, donde nosotros también, siendo discípulos, tenemos que ser testigos, misioneros, tenemos que llevar este mensaje. Y como miembros vivos de la Iglesia tenemos una responsabilidad. ¿Cuál es? ¡Hacer llegar el anuncio, pero también hacer más creíble a la Iglesia!, ¡no escandalizando!, ¡no siendo motivo de tropiezos!; por egoísmo, por protagonismo, por individualismo, por mezquindades, por celos, por injusticias, por mediocridades, por cosas opacas que quitan brillo a la luz que el Señor nos trae.

Cada uno tiene una responsabilidad y no puede ser el “catón” que señala a los demás, como si uno no tuviera responsabilidad y no tuviera algo que afirmar y algo que cambiar. Por eso en este Adviento, preparación a la Fiesta del Señor, también nosotros tenemos que estar en camino, dispuestos a una conversión personal del corazón y a una conversión de caridad apostólica y eclesial con nuestros hermanos.

Iglesia misionera, Iglesia que anuncia, Iglesia que está celebrando sus cincuenta años, en este año jubilar, dando gracias a Dios que nos consideró maduros y formó, en primer lugar Avellaneda y luego Avellaneda Lanús; hoy que como Iglesia diocesana estamos celebrando el inicio de estos primeros cincuenta años, tenemos que dar gracias; pero también tenemos que tomar compromisos para que cada uno de nosotros sea responsable ante Dios y ante los demás del don que recibimos. No seamos egoístas, recibámoslo y compartámoslo con los demás.

Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén





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