jueves, 14 de julio de 2016

EL TRASTORNO HOMOSEXUAL


Por Mayo Von Höltz

Hasta que la OMS desclasificó a la homosexualidad como una de las tantas enfermedades mentales (hasta finales de los ’80 catalogada como un trastorno de la mente), la medicina la estudiaba y trataba por lo que era, por lo que aun sigue siendo. Lo curioso fue que lo que llevó a ese organismo mundial a desclasificar a la homosexualidad como una enfermedad, no fue un severo estudio científico que probara que no lo era (aun hoy no hay ningún estudio científico que pruebe semejante cosa), fue una inmensa campaña de presión perpetuada por grupos facciosos con la deliberada y acientífica intención de que la homosexualidad deje de ser considerada como una enfermedad.

Es curioso lo que dicen muchos homosexuales: “Soy una persona que nació en el cuerpo equivocado”. Por qué se está tan seguro que el equivocado es el cuerpo y el acertado es la mente? No es mucho mas sensato decir que el cuerpo, siendo que carece de juicio crítico en su carácter de cosa, no puede equivocarse, y que por ende, si hay algo equivocado es la mente, tal cual lo afirmaba la medicina desde sus orígenes hasta que una inmensa campaña mundial, y no un estudio científico, le obligó a dar el brazo a torcer?

Si yo digo que me siento caballo y digo que el que me trate como humano me discrimina, y exijo que se me ponga montura, freno, riendas y se me alimente con alfalfa; mi familia me lleva al médico quien concluye inmediatamente que poseo un trastorno mental, y con mucha probabilidad me trate, medique, y cure. Lo mismo si me creo Napoleón, como dijo Lanata hará un tiempo; ahora, si me creo mujer teniendo pene, el Estado me da un DNI y aquí no hay ninguna enfermedad ni ningún tratamiento posible, soy una mujer porque así lo siento y así lo avala el Estado, con total indiferencia a hechos objetivos y categóricos que demuestran a todas luces lo contrario.

La ley dice proteger los derechos de los homosexuales, y les permite adoptar, yo me pregunto, ¿quién defiende los derechos de los niños adoptados por Florencia de la V?, hay algún legislador que le preocupe lo que le va a suceder a esos pobres niños inocentes el día que se enteren que su “madre” es un hombre disfrazado?. No hay un sólo legislador preocupado por el tremendo -y quizá irreversible- daño que se le ocasionará a esos pobres niños el día que un compañerito en el jardín les revele la verdad?. No, no hay ninguno, todos estuvieron a favor de la farsa, a favor de darle a un hombre un DNI que dice mujer; esa medida infame del Registro del Identidad Nacional sigue la misma tendencia que todas las medidas tomadas por la clase política: mentir.

Adelantándome a una eventual crítica que censure lo que no digo, aclaro que prima facie no estoy en contra de que a los homosexuales se le permita adoptar bebés, cosa que tampoco implica afirmar que estoy a favor, lo que estoy en contra, es que el Estado avale engañar a pobres niños haciéndoles creer que esa persona a la que llaman “mamá” desde que aprenden a hablar, es una mujer, cuando en realidad es un hombre disfrazado de mujer.

El Estado pone presos a los padres que les pegan a sus hijos, y se los sacan y ponen en resguardo; nadie discute estas normas porque son indiscutibles, bueno, hacerle creer a un niño, que es una mujer esa persona a la que llama “mamá”, cuando en realidad no es así, le produce un daño infinitamente mayor al que le produciría un padre ebrio que le pegase con un cinturón.

Toda buena madre tiene infinito tacto a la hora de enseñarle a sus hijos -que a lo sumo tendrán 5, 6, 8 o mas años- que esa persona que ven parada en la esquina a la noche, que parece una mujer, no es una mujer, sino que es un hombre disfrazado de mujer, y que se les llama travesti. La delicadeza de la madre es inmensa porque, de no ser así, podría herir la frágil psicología de su niño al mostrarle verdades que por su extraña naturaleza, son muy difíciles de asimilar aun tomando los recaudos necesarios. Ahora, imagínense el daño que se le producirá a un niño cuando descubra la verdad, si su “madre” es ese travesti parado en la esquina. Quién le explicará?, de qué manera?, cuándo?, se lo explicarán alguna vez?, o dejarán que el pobre inocente lo descubra sólo?.

Engañar a niños inocentes desde su nacimiento hasta que los pobrecitos se terminen enterando de algún modo -que el mejor modo con que logren acceder a la verdad va a ser de todos modos tremendo-, es una crueldad de un sadismo incalculable. Es bochornoso que el Estado sea cómplice de tan aborrecible engaño perpetrado a niños inocentes sin defensa alguna.

El DNI de Florencia de la V es un minirelato.


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